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jueves, 28 de diciembre de 2006

Enfermedad inflamatoria pélvica (EIP)

La enfermedad inflamatoria pélvica (EIP, también conocida por sus siglas en inglés como PID) es el término general que se utiliza para referirse a infecciones que se presentan en el útero (matriz), las trompas de Falopio (los tubos que conducen los óvulos desde los ovarios hasta el útero) y otros órganos reproductivos. Es una complicación frecuente y grave de ciertas enfermedades de transmisión sexual (ETS), especialmente la clamidia y la gonorrea. La EIP puede dañar las trompas de Falopio y los tejidos del útero, los ovarios y las áreas circundantes. La EIP que no recibe tratamiento puede provocar consecuencias graves que incluyen infertilidad, embarazo ectópico (embarazo implantado en una trompa de Falopio o en otro lugar fuera de la matriz), formación de absceso y dolor pélvico crónico.

COMO SE CONTAGIA?

La EIP se presenta cuando las bacterias pasan de la vagina o el cuello uterino (la abertura al útero) de la mujer a sus órganos reproductivos. Muchos tipos diferentes de organismos pueden causar la EIP, pero muchos casos están asociados a la gonorrea y la clamidia, dos enfermedades bacterianas de transmisión sexual muy frecuentes. Haber tenido un episodio de EIP aumenta el riesgo de que se presente otro episodio debido a que los órganos reproductivos pueden haber sufrido daños la primera vez que se presentó la infección.



Las mujeres sexualmente activas que están en edad de procrear son las que están expuestas a un mayor riesgo, y las mujeres que tienen menos de 25 años de edad tienen mayor probabilidad de contraer EIP que las mujeres mayores de 25 años. Esto se debe a que el cuello uterino de las adolescentes y mujeres jóvenes no está completamente desarrollado, lo que aumenta su susceptibilidad de contraer enfermedades de transmisión sexual relacionadas con la EIP.



Entre más parejas sexuales tenga una mujer, mayor es el riesgo que tiene de contraer la EIP. Asimismo, una mujer cuya pareja sexual tenga más de una pareja sexual enfrenta un mayor riesgo de contraer la EIP debido a que potencialmente está expuesta a más agentes infecciosos.



Las mujeres que usan duchas vaginales tienen un riesgo más alto de contraer EIP que las mujeres que no las utilizan. Investigaciones han mostrado que las duchas cambian en forma dañina la composición de la flora vaginal (organismos que viven en la vagina) y pueden empujar las bacterias desde la vagina hacia los órganos reproductivos.



Las mujeres que utilizan dispositivos intrauterinos (DIU) pueden tener un riesgo levemente mayor de contraer EIP cerca del momento de la inserción del dispositivo que las mujeres que utilizan otros anticonceptivos o las mujeres que no los utilizan. Sin embargo, el riesgo se reduce significativamente si a una mujer se le hacen pruebas de detección de enfermedades de transmisión sexual, y en caso de ser necesario, se le administra el tratamiento indicado antes de la inserción del DIU.

SINTOMAS:

 Los síntomas de la EIP pueden no existir del todo o llegar a ser graves. Cuando la EIP es causada por una infección clamidial, la mujer puede experimentar síntomas leves o no tener síntomas y al mismo tiempo estar sufriendo daños graves en los órganos reproductivos. Debido a que los síntomas son tan poco claros, la EIP no es detectada por las mujeres ni los proveedores de atención médica en casi dos tercios de los casos. Las mujeres que presentan síntomas de EIP sufren, por lo general, de dolor de vientre. Otros signos y síntomas incluyen fiebre, flujo vaginal poco usual que puede tener mal olor, relación sexual dolorosa, dolor al orinar, menstruación irregular y dolor en la parte superior derecha del abdomen (poco frecuente).

COMO SE DIAGNOSTICA:

La EIP es difícil de diagnosticar porque los síntomas son a menudo imperceptibles y leves. Muchos episodios de EIP no son detectados porque la mujer o el proveedor de atención médica no reconocen las implicaciones de estos síntomas leves o no específicos. Debido a que no hay pruebas precisas para detectar la EIP, el diagnóstico se basa, por lo general, en hallazgos clínicos. Si se presentan síntomas como dolor de vientre, el proveedor de atención médica debería realizar un examen físico para determinar la naturaleza y la ubicación del dolor y ver si hay fiebre, flujo vaginal o cervical anormal y si hay evidencia de gonorrea o infección clamidial. Si los hallazgos indican que hay EIP, es necesario el tratamiento.

El proveedor de atención médica también puede ordenar pruebas para identificar el organismo causante de la infección (p.ej. infección clamidial o gonorreica) o para distinguir entre EIP y otros problemas con síntomas similares. La ecografía pélvica es un procedimiento útil para diagnosticar la EIP. Este examen permite visualizar el área de la pelvis para ver si las trompas de Falopio están agrandadas o si hay un absceso. En ciertos casos, puede ser necesaria una laparoscopia para confirmar el diagnóstico. La laparoscopia es un procedimiento quirúrgico menor mediante el cual un tubo delgado y flexible con una luz al final (laparoscopio) se inserta en el vientre mediante una pequeña incisión. Este procedimiento le permite al médico ver los órganos pélvicos internos y obtener muestras para estudios de laboratorio, si es necesario.


COMO SE PREVIENE?

Las enfermedades de transmisión sexual (principalmente la clamidia o la gonorrea que no han sido tratadas) son la principal causa prevenible de la EIP. Las mujeres pueden protegerse contra la EIP tomando medidas para prevenir las enfermedades de transmisión sexual o, si contraen una EPS, tratándose la enfermedad a tiempo.

La manera más segura de evitar el contagio de enfermedades de transmisión sexual es absteniéndose del contacto sexual o tener una relación duradera, mutuamente monógama, con una pareja a quien se le han hecho pruebas y se sabe que no está infectada.

Los condones de látex en los hombres, cuando se usan de manera habitual y correcta, pueden reducir el riesgo de transmisión de la clamidia y de la gonorrea.

Los CDC recomiendan que todas las mujeres sexualmente activas de 25 años de edad o menos y las mujeres de más edad con factores de riesgo de infecciones clamidiales (quienes tienen una nueva pareja sexual o múltiples parejas sexuales) se hagan pruebas para detectar la enfermedad una vez al año. El proveedor de atención médica debería siempre hacer una evaluación de riesgos, la cual podría indicar la necesidad de realizar pruebas de detección con mayor frecuencia en ciertas mujeres.

Todo síntoma genital, como una úlcera poco usual, flujo con olor, sensación de ardor al orinar o sangrado entre ciclos menstruales, podría significar que la mujer tiene una enfermedad de transmisión sexual. Si la mujer tiene alguno de estos síntomas, debe suspender las relaciones sexuales y consultar a un proveedor de atención médica de inmediato. El tratamiento temprano de las enfermedades de transmisión sexual puede prevenir la EIP. Las mujeres a las que se les informó que tienen una enfermedad de transmisión sexual y están recibiendo tratamiento deben notificárselo a todas sus parejas sexuales recientes, para que éstas vayan a un proveedor de atención médica y se hagan las pruebas para saber si tienen una ETS. No se debe reiniciar la actividad sexual hasta que todas las parejas sexuales hayan sido examinadas y, si ha sido necesario, hayan recibido tratamiento.


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